El presidente Luis Abinader rompió el silencio este martes sobre la polémica que ha rodeado el acuerdo con Kenia para el envío de policías a Haití, negando categóricamente que su reciente reunión con el senador estadounidense Marco Rubio haya influenciado la decisión.
“Ese acuerdo responde exclusivamente a la necesidad regional de estabilizar Haití, no a intereses extranjeros ni presiones políticas”, afirmó Abinader durante una rueda de prensa en el Palacio Nacional, visiblemente firme ante los cuestionamientos de los medios.
La declaración del mandatario llega en medio de crecientes especulaciones sobre la participación de Estados Unidos en las negociaciones que facilitaron el despliegue de una misión de seguridad en el país vecino, devastado por la violencia de las bandas armadas. La presencia del influyente senador republicano en Santo Domingo y su conocido interés en los asuntos del Caribe despertaron dudas sobre el verdadero origen del impulso dominicano al pacto con Nairobi.
Abinader, sin embargo, fue tajante: “La soberanía dominicana no está en venta. Actuamos por principios, no por presiones”.
El acuerdo, firmado la semana pasada, permite que Kenia encabece la misión multinacional de seguridad en Haití, un proyecto respaldado por Naciones Unidas pero que ha encontrado obstáculos políticos tanto en África como en el continente americano.
La oposición local ha cuestionado el rol del gobierno dominicano en este proceso, advirtiendo sobre los riesgos de involucrarse indirectamente en el conflicto haitiano. Sin embargo, Abinader sostuvo que la participación dominicana ha sido estrictamente diplomática y logística.
“La estabilidad de Haití es un asunto de seguridad nacional para la República Dominicana. Cualquier cooperación que ayude a evitar un colapso total del Estado haitiano es, por definición, de interés dominicano”, dijo.
Mientras tanto, organizaciones de la sociedad civil y analistas internacionales siguen observando con atención cada movimiento en este complejo tablero geopolítico, donde el Caribe se ha convertido, una vez más, en escenario de tensiones entre la influencia regional y los intereses globales.